sábado, 5 de febrero de 2011

(4 de noviembre de 1993)

Yo entonces empecé a preguntarle cosas más "abstractas":
-¿Qué es la vida?
-¿Cuál es el origen?
-¿Qué es la muerte?
-¿Qué hay después?
-¿Sabes usted dónde esta el amor de su esposa?
-¿Me podría explicar sobre una pizarra por qué, al atardecer, se pone usted triste?
Severo Ochoa escuchaba. Pensaba un rato. Después, por sus carnosos labios dejaba caer un lacónico "NO LO SÉ". Y así, entre "no lo sé" y "no lo sé", pasamos un largo rato. Al fin, se puso en pie, altísimo como era. Dio una vuelta por la sala. Volvió. Me miró desde arriba, en contrapicado. Y soltó su tremenda confesión: "No tengo ni una sola respuesta para nada de lo que de verdad me interesa. Puedes escribir bien grande que te he dicho que soy un extraño sabio, un sabio que no sabe nada".

-Severo Ochoa.

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