sábado, 29 de enero de 2011

Io e te a tre metri sopra il cielo.

Llega un momento en el que los caminos se bifurcan, cada uno escoge una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir. Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña. No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro, y ahí está él.
Al final solo ocurre una cosa, llega el puto invierno y no hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en que momento comenzó todo y descubres que empezó antes de lo que pensabas. Mucho antes y es ahí, justo en ese momento, cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez, y que por mucho que te esfuerces, ya NUNCA volverás a sentir lo mismo.

Elfinalsuponeunnuevocomienzo.

Nos sobran los motivos.

ESTE ADIÓS NO MAQUILLA UN HASTA LUEGO, ESTE NUNCA NO ESCONDE UN OJALÁ, ESTAS CENIZAS NO JUEGAN CON FUEGO, ESTE CIEGO NO MIRA PARA ATRÁS, ESTE NOTARIO FIRMA LO QUE ESCRIBO, ESTA LETRA NO LA PROTESTARÉ, AHÓRRATE EL ACUSE DE RECIBO ESTAS VÍSPERAS SON LAS DE DESPUÉS. A ESTE RUIDO TAN HUÉRFANO DE PADRE NO VOY A PERMITIRLE QUE TALADRE UN CORAZÓN PODRIDO DE LATIR, ESTE PEZ YA NO MUERE POR TU BOCA, ESTE LOCO SE VA CON OTRA LOCA, ESTOS OJOS NO LLORAN MÁS POR TI. 

La sombra del viento.


Querido Julián:
Esta mañana me he enterado por Jorge de que realmente dejaste Barcelona y te fuiste en busca de tus sueños. Siempre temí que esos sueños no te iban a dejar nunca ser mío, ni de nadie. Me hubiera gustado verte una última vez, poder mirarte a los ojos y decirte cosas que no sé contarle a una carta. Nada salió como lo habíamos planeado. Te conozco demasiado y sé que no me escribirás, que ni siquiera me enviarás tu dirección, que querrás ser otro. Sé que me odiarás por no haber estado allí como te prometí. Que creerás que te fallé. Que no tuve valor. Tantas veces te he imaginado, solo en aquel tren, convencido de que te había traicionado. Muchas veces intenté encontrarte a través de Miquel, pero él me dijo que ya no querías saber nada de mí. ¿Qué mentiras te contaron, Julián? ¿Qué te dijeron de mí? ¿Por qué les creíste? Ahora ya sé que te he perdido, que lo he perdido lodo. Y aun así no puedo dejar que te vayas para siempre y me olvides sin que sepas que no te guardo rencor, que yo lo sabía desde el principio, que sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mí lo que yo en ti. Quiero que sepas que te quise desde el primer día y que te sigo queriendo, ahora más que nunca, aunque te pese. Te escribo a escondidas, sin que nadie lo sepa. Jorge ha jurado que si vuelve a verte te matará. No me dejan ya salir de casa, ni asomarme a la ventana. No creo que me perdonen nunca. Alguien de confianza me ha prometido que te enviará esta carta. No menciono su nombre para no comprometerle. No sé si te llegarán mis palabras. Pero si así fuera y decidieses volver por mí, aquí encontrarás el modo de hacerlo. Mientras escribo, te imagino en aquel tren, cargado de sueños y con el alma rota de traición, huyendo de todos nosotros y de ti mismo. Hay tantas cosas que no puedo contarte, Julián. Cosas que nunca supimos y que es mejor que no sepas nunca. No deseo nada más en el mundo que seas feliz, Julián, que todo a lo que aspiras se haga realidad y que, aunque me olvides con el tiempo, algún día llegues a comprender lo mucho que te quise.

Siempre,
Penélope.